
Apenas un año después, el club ya tenia casa propia, compartida con otra institucion, APANOVI. El crecimiento físico fue acompañado también por la gente que se iba acercando al club, ya que en la fiesta de fin de año participaron más de 120 personas. A esa altura se presentaban todas las categorías del baby fútbol y se comenzaba a soñar en grande.
En 1998 se inauguraron dos piletas en el predio ubicado en la calle Constitución, que desde un principio fueron utilizadas por la colonia, abierta a todos los chicos del barrio y que fue un importante lazo para que la gente se acerque al club y a sus instalaciones. De a poco las mujeres también ocupaeron un lugar importante: el handball femenino era incorporado a las actividades regulares que se practicaban.
Con el paso de los años se sumaron el patín artístico, básquet, taekwondo y, lo que hoy es la actividad más importante del club, fútbol de salón. Como a lo largo de sus 13 años de vida, el crecimiento a nivel social siempre fue acompañado por el progreso en la infraestructura: el club comenzó a agrandar su predio, creando nuevas canchas de handball y futsal, dos vestuarios, la plaza, el buffet, el quincho y una oficia administrativa. Además, por una iniciativa de Diego Fenelli, se creó la escuela de fútbol y gimnasia para chicos con capacidades diferentes, hecho que pone de manifiesto que las puertas del club están abiertas hacia todas las personas de la comunidad.
La evolución constante es la premisa que siguen los socios y dirigentes de Estrella, ya instalado en el barrio de Boedo. Las vitrinas están llenas de innumerables trofeos conseguidos por las diferentes disciplinas que representan al club, pero la labor más importante es haber creado una segunda casa para la gran mayoría de los jóvenes que participan de sus actividades y que, en vez de estar en la calle, juegan un picado en sus canchas.
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